La evacuación de Hawaii en enero de 1942

Por Whitney H. Gordon, PhD. Profesor de Sociología (ret) Ball State University. “A mediados de los años treinta, los Sikorsky S-42 que veíamos anclados en Pearl Harbor era asombrosos, tanto por su tamaño como por el aura que los rodeaba. Llegaban volando sobre el canal de Molokai y luego daban una vuelta alrededor de Koko Head. Cortaban en un arco alrededor de Diamond Head, cruzando Waikiki en un ángulo de treinta grados y pasaban por nuestro lugar en la playa. Después de muchas horas en el aire, el gran aeroplano hacía una amplia curva y se posaba suavemente en el agua. Pero antes de que los glamorosos aviones de Pan American Airways hubieran podido llegar al Lejano Oriente, el M.S. North Haven debió llevar todos los materiales para construir y equipar las estaciones de apoyo, primero en la isla de Midway, luego en la de Wake y luego en nuestro Hawaii (para un relato personal sobre este viaje ver "Las Bases del pacífico"). Dada la elevada imagen de la aerolínea, no lo pude creer cuando con mi hermano y mi padre fuimos invitados a conocer el barco en el puerto de Honolulu.
El arribo, en 1939, del increíblemente grande Boeing B-314 pareció ser la cumbre de la aviación civil. En la primavera de ese año, mi hermano, mi padre y yo tuvimos la oportunidad de abordar uno de ellos. En el centro de Honolulu, el jefe de la estación local de PAA era un tal “Bob” Stimpson. Sólo después de la II Guerra Mundial se nos ocurrió que ese sociable amigo de la familia probablemente fuera un empleado de la Oficina Naval de Inteligencia (O.N.I.).
Domingo por la mañana del 7 de diciembre. Mi padre y un número de otros médicos de la isla fueron contactados por radio. Fueron instruidos a reportarse inmediatamente al hospital militar Tripler (retornó a nosotros tres días después convertido en un anciano). Mientras tanto, en algún momento de ese aciago día, Bob Stimpson se tomó el tiempo de incluirnos a mi hermano y a mí en la lista de espera para ser evacuados por Clipper. Si recuerdo bien el orden para la evacuación de los civiles —y puede que no—, la Categoría I estaba reservada para niñas adolescentes y mujeres adultas jóvenes (implícitamente, sólo comprendía blancos). La Categoría II era para mujeres embarazadas o con niños pequeños. La Categoría III era para niños, un grupo para el que tanto mi hermano como yo calificábamos.
Durante las semanas de espera por nuestro vuelo a la seguridad, Bob Stimpson trajo un film en Technicolor de relaciones públicas de Pan American, y el proyector de 16 mm de su oficina. En la película vimos un S-42 deslizándose sobre los Andes, y un DC-3 volando sobre las más escénicas partes de Alaska. Sin embargo, las instrucciones que recibimos no eran tan felices como lo que veíamos: 1) tan pronto como recibiéramos una clave determinada por teléfono, teníamos que estar en la ciudad de Pearl dentro de las siguientes dos horas y media; 2) sólo podíamos llevar un máximo de ocho libras de equipaje en una maleta.
El primer día de enero de 1942, el llamado llegó. Como niños que éramos, mi hermano y yo estábamos más excitados por el viaje que por el miedo a no ver a nuestros padres nunca más (después de la temprana y rápida caída de Singapur, con los japoneses establecidos en la isla de Wake y con nuestra marina destruida, el temor parecía justificado).

El Boeing 314 Honolulu Clipper en Hawaii.
A bordo del Honolulu Clipper (NC18601), mi hermano y yo nos sentamos en el compartimiento número 2, directamente debajo del motor número 3. Los asientos eran modernos y espaciosos, incluso, para un adulto. La carrera de despegue nos pareció tan larga como para llevarnos a Kauai. Ascendimos lentamente. Recorriendo el lugar, vimos que el compartimiento 1 estaba ocupado por un hombre de negocios muy satisfecho de sí mismo y uno o dos oficiales del ejército. En nuestro compartimiento había una mezcla de niños, jóvenes madres y dos hombres más, uno de ellos en uniforme. El gran compartimiento principal estaba también lleno de jóvenes madres y niños. Los siguientes dos compartimientos me parecieron algo confusos pues parecía una nursery.
Nuestro equipaje estaba restringido a sólo ocho libras, pero, damas y caballeros, esto era Pan American Airways en sus días de gloria: la cena era servida en porcelana china extremadamente pesada; nuestros cubiertos era de fina plata. La comida me resulto desconocida, pero correspondía a la estándar para los vuelos transpacíficos de Pan American, que era de la mejor cocina de ese tiempo.Cuando calló la tarde, fue evidente que estábamos volando sin luces, y alguien pasó la voz de que también estábamos con silencio de radio. Por más de 20 horas volamos a lo largo de 5.000 millas. Antes del desayuno, fui a hacer uso del baño. El inodoro tenía un agujero de 5 pulgadas abierto, y yo pude mirar las capas de nubes blancas allá abajo.Cerca de la Costa Oeste, la típica niebla del área de la Bahía nos envolvió. Durante algún rato pareció que caíamos en un estiércol gris. Súbitamente se abrió ante nosotros un vasto campo verde. Mi hermano y yo éramos los únicos niños que viajábamos solos en el vuelo. Tan pronto como desembarcamos en la "Isla del Tesoro", se nos acercaron dos jóvenes mujeres en uniforme de Pan American. Con quieta seguridad, ellas se hicieron cargo de estos exhaustos, ansiosos y algo confusos chicos. Hicieron arreglos para nuestro siguiente viaje por tren hacia el interior de esta gran nación.”

Este artículo apareció originalmente en el número de mayo de 1998 de la revista “Airways”. Copyright © 2006 information systems technology, inc. Traducción: ©Clipper Connection.

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